Lic. en Formación Catequética
Ensayo elaborado para la asignatura de Antropología Social.
Autor: Ing. Arturo García Dunna.
Estudiante del 4to. año de la licenciatura.
Factores Psico-Sociales
El tema de este ensayo es sobre una práctica tan cotidiana, que los análisis antropológicos a veces obvian, como es el acto de compartir una comida. Las prácticas culturales se van transformando a través del tiempo y es muy curioso ver lo que cambia y permanece.
Lo que voy a describir es una comparativa, ¿cómo era una convivencia de compartir la comida en dos espacios y tiempos diferentes, como marco de reflexión acerca de como algunas prácticas permanecen y otras cambian.

Carne Asada
Monterrey 1978 (hace 42 años), 38° C a la sombra.
Toda la familia está invitada a una carne asada en algún lugar al aire libre en Monterrey. Cuando digo toda la familia me refiero a papás, hijos, tíos, primos, etc. Y cuando digo al aire libre me refiero al aire libre, o sea al desierto.
A las once de la mañana va llegando el primer contingente con la familia anfitriona. Se estacionan y bajan: el papá, la mamá y 5 hijos (tres hombres y dos mujeres). El papá y los hijos comienzan a bajar todo del coche, desde las hamacas hasta la última cebollita de cambray y empieza todo el ritual, el hijo mayor junto con su papá se dedican a limpiar todo y a encender el carbón, con tanto calor que hace nomás hay que ponerlo ahí y listo, los demás hijos acomodan mesas, hamacas; “cheves” y refrescos en la hielera, mientras que la mamá e hijas a preparan toda la carne con sal, pimienta y menjurjes, algunas quesadillas, chorizo etc. Y comienzan a llegar los invitados de familia en familia como si se hubieran puesto de acuerdo en llegar todos a la vez. Se bajan las familias invitadas de sus coches y vienen todos juntos: papás e hijos desde el mayor hasta el menor. Todo el que va llegando va cooperando con acciones, unos hacen una cosa, otros otra pero ninguno está sin hacer nada. Ya para la una de la tarde (hora en la que se había establecido la carnita) todo está listo y alrededor de la mesa toda la familia lista para empezar a comer, el calor no aminora pero nadie se queja, sube dos grados ahora están a 40° y todos como si nada. Los papás con sus cervezas y todos los hijos aunque sean adultos con sus refrescos. Comienza la tertulia y la conversación alrededor de la mesa con manteles de cuadritos, bajillas de porcelana y utensilios de acero inoxidable, alguien hace tomas de video con una cámara de última generación con un VHS como cinta y una batería de dos toneladas cargada al hombro, es lo último en tecnología pero nadie le da importancia. La conversación se desarrolla en temas que van desde si el ablandador de la carne es bueno hasta si el cura está haciendo acciones de beneficencia o no. De sexo no se habla “ni pio”. El tiempo pasa lentamente y el sol no da ni un minuto más para seguir hablando de Alberto Cortez y su famosa canción “Mi árbol y yo” Todo mundo como un ejército entrenado empieza a recoger todo. Son las siete de la tarde el calor disminuye dos grados. El lugar ha quedado tal y como lo encontraron, no se puede saber si alguien estuvo ahí o no. Todo mundo regresa a casa después de una tarde reconfortante y una comida exquisita.
Monterrey 2020 (42 años después), 38° C a la sombra.
Toda la familia está invitada a una carne asada en la casa de alguien en Monterrey. Cuando digo toda la familia me refiero a papás, hijos, tíos, primos, etc. Y cuando digo en la casa de alguien me refiero a la casa de uno de los tíos.
A las once de la mañana va llegando papá y mamá con todo lo que se necesita para la carne asada, bajan todo del coche desde la carne hasta la ultima cebollita de cambray. La mamá, sola, comienza con el ritual de aderezar la carne y preparar todo lo que se tiene que preparar, algunas quesadillas y chorizo, de los hijos e hijas ni sus luces. A la una de la tarde comienzan a llegar los invitados o sea los hermanos, hermanas, cuñados y cuñadas de los anfitriones, de los sobrinos he hijos no se sabe nada. El papá anfitrión prende el asador, ahora solo hay que apretar un botón de encendido electrónico y abrir la válvula del tanque de gas, una cerveza por aquí y otra por allá. Todos los hermanos y cuñados cooperan en la preparación de la carne. Ningún sobrino e hijo se ha aparecido. Ahora todos reunidos dentro de la casa se sientan alrededor de la mesa, ya no hay un mantel de cuadritos, la mesa ahora tiene un recubrimiento de un material extraño que no se raya ni se mancha, ni se ensucia, ni nada. Todo es desechable… pero no importa, lo más importante es la conversación.
Por allá se escucha que van llegando algunos de los hijos, primos y sobrinos (no todos) y se sientan alrededor de la mesa. Alguno comenta: ¿podrían prender el aire acondicionado? Hace mucho calor, el aire enfría la casa y también la carne… alrededor de la mesa en lugar de platos y vasos, se ve la mayor cantidad de aparatos electrónicos jamás vistos porque ya llegaron más hijos, sobrinos y primos. Desde los Iphone hasta los nuevos Samsung pareciera una venta de aparatos electrónicos. Los hijos siguen llegando a cuenta gotas y para entrar a la casa enseñan sus nuevos aparatos como si fuera el cover. La conversación entre los hijos alrededor de la mesa se desarrolla a través del Twiter, Whatsapp, y Snapchat. Uno que otro revisa el Facebook, el Instagram, etc. guardan y publican miles de fotos de la comida en Facebook, Instagram y uno que otro en Google.
Los tíos sorprendentemente aún conservan la conversación en vivo y comentan a cerca de si el cura está haciendo obras de caridad o no. Se termina la tertulia y todos los hijos, sobrinos y primos se lanzan a la salida como si acabaran de dar el toque para salir al recreo de una escuela, uno de los tíos grita: ¡No les van a cerrar la puerta!
Una vez que todos se han ido incluso los hijos anfitriones, se quedan solos papá y mamá y recogen hasta la última tortilla que quedó. Son las diez de la noche, el calor disminuye dos grados. El lugar ha quedado tal y como lo encontraron, no se puede saber si alguien estuvo ahí o no. Todo mundo regresa a casa después de una tarde reconfortante, una gran tecnología y una comida exquisita.
Todos los papás y mamás que participaron en la carne del 2020 eran los hijos y sobrinos que participaron en la carnita asada del 78.